La idea de un jardín diseñado teniendo en cuenta el entorno climático y la demanda hídrica puede parecernos lógico, pero no fue hasta la década de los 80 que se empezó a trabajar bajo el concepto de “Xeriscape”.
El concepto surge en Denver, Estados Unidos, donde un grupo de expertos del Departamento de aguas acuña el término y establece los 7 principios por los que se rige esta técnica:
- Planificación y diseño
- Análisis de suelo
- Selección adecuada de plantas
- Zonas de césped prácticas
- Riego eficiente
- Uso de cubiertas de suelo
- Mantenimiento adecuado
Ya sea en las zonas de paso o también en los rincones en los que hay plantas, proteger los suelos con determinados materiales será una solución muy eficaz para mantener la humedad todo lo posible, así como para aportar un toque decorativo.
10 años después llega a España, de la mano de la Doctora en Ingeniería Agronómica Silvia Burés, quien propone el termino tal y como lo conocemos ahora, Xerojardinería, que se define como la técnica de jardinería que consiste en el uso racional de las plantas por sus necesidades hídricas, el uso de plantas xerófilas (adaptadas para vivir en lugares o ambientes secos) y el empleo de técnicas y materiales encaminados al ahorro de agua.
Es, por tanto, una técnica de jardinería basada en el desarrollo de jardines adaptados a condiciones de sequía y al índice de precipitaciones del lugar, de forma que se minimice el aporte de agua de riego, siendo su variante más sostenible el jardín sin riego, es decir, el que tiene una vegetación que es capaz de desarrollarse únicamente con el agua de lluvia que recibe-.
A veces la traducción literal nos lleva a malinterpretar el concepto y pensamos en un jardín de áridos y algún cactus o crasa. La Xerojardinería va más allá, y lo que hace es buscar el equilibrio entre los recursos hídricos de los que va a disponer el jardín con la necesidad de la vegetación a incluir en ellos.